Saltar, correr, gritar, llorar...sentirse libre; tanto que olvidas la fuerza de gravedad.
Y entonces suspirar, demasiada efusividad. Acercarte al pequeño rincón de tu habitación que se encuentra entre la ventana y la cama y aprisionar un cojín contra tu cara. Y entonces, gritar todavía más.
Loca. Loca, pero feliz.
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